martes, enero 11, 2011

AÑO NUEVO, PISO VIEJO

Mi mayor pasión es la decoración, y tengo la suerte
de hacer de ella mi profesión; sin duda alguna el gusto por la misma me
viene de familia: a mi madre siempre le ha entusiasmado (y ha dedicado
cualquier momento y ocasión para poner en práctica el buen gusto
adquirido y desarrollado en sus años vividos en Suiza).
Muy relacionada está la arquitectura, algo que me hubiera gustado estudiar al igual que a mi padre (aún él comenta que si pudiera, al jubilarse, 
lo haría).


El hecho es que la arquitectura que más me ha llamado la atención es la de épocas pasadas, sobre todo cualquier edificación de finales del S.XIX, o principios del S.XX.








Todos los materiales nobles con los que se construía entonces, como el ladrillo visto en sus fachadas (muy industrial), entradas imponentes con portales de amplias escaleras, patios centrales llenos de galerías, sus techos altos bordeados por deliciosas molduras, balcones de hierro y cristaleras en su exterior, muros tan gruesos que apenas se oye al pisar, el crujido de una madera que habita en sus suelos... vieja pero con vida, a la cual acompañan unas baldosas hidráulicas ajadas por el tiempo, con unos colores y texturas irrepetibles, esas casas, enamoran, cuando uno entra, siente como todavía respiran, tienen vida propia y en mi opinión se deberían rehabilitar todas ellas, no se puede acceder a una de ellas, barrer toda su historia y tirarla al contenedor, las casas antiguas son para cuidarlas, mimarlas y mantenerlas con todo su esplendor, para no perder esa magia.

Espero que si alguien es un afortunado y vive en un sitio así, lo disfrute y se contagie con él.

 Clara.








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